sábado, 12 de marzo de 2011

Comidas exóticas

Andrew Zimmern

Honor a quien honor merece. Uno de mis ídolos culinarios más admirado aparace en este video comiendo sushi (dependiendo dónde, una de mis comidas preferidas), pero no un sushi común y corriente: sushi verdadero, fresco, sensual, marítimo.

Algún día, cuando gane suficiente dinero, iré a Nueva York y, antes que nada, me sentaré en Jewel Bako (aunque cabe la posibilidad de ir antes a Sushi Yasuda, cuya aproximación al sushi es, en cierto modo, opuesta) a que me agasaje el chef y comer todo lo raro, crudo y de consistencia extraña que me puedan ofrecer. Sí, algún día, algún día...



La discusión ética de comer animales vivos y de matarlos (¡válgame!) cuando todavía están vivos es discutible, aunque, me parece, debería de originarse en otro foro, y no en este, que celebra el buen comer. Aviso, empero, que El blog del taco está en contra de todo maltrato animal, y de todo tipo. El respeto ante la naturaleza y a los productos que obtenemos de ella deberían de estar siempre en la prioridad de todo cocinero, aunque el mundo industrializado, generalmente, no ofrezca esta posibilidad. Entiendo a quien repruebe lo que sucede en este video; en este caso en específico, yo no lo hago.

Su anfitrión

Yeicko Sunner

lunes, 7 de marzo de 2011

Notas sobre el limón



A finales del año pasado, y principios de este, nos tocó vivir a los mexicanos un alza al precio del limón descomunal. Si mi memoria es fiable, el kilo del limón cuesta, en un supermercado normal, alrededor de unos diez pesos por kilo (quizá más, quizá menos). Hagan las cuentas aquellos que saben cuál fue el porcentaje del alza si los precios llegaron a rondar los 40 pesos. Obviamente, ese es el precio del súper, en el mercado hay otros; seguramente en el Mercado de Abastos, comprado a granel, debe de ser mucho más barato, pero incluso ahí los precios, lo sé, subieron.

Del mexicano se dicen muchas cosas, algunas malas, otras buenas, pero una podría es bastante real: para el mexicano, todo se cura con limón. Ahora, imagínense que a las taquería que yo fui ya no ponían los limones cortados al alcance de todos (hay una, cerca de mi casa, que tiene los limones en un bowl grande y el taquero decide, dependiendo de la cantidad de tacos hayas pedido, cuántos darte).

Puede ser muy banal, pero para un taquero, la subida de precio no solo fue un tema de plática, era un tema de preocupación. Escuché decir a un taquero que a él el costal de limones le salía en 200 pesos (digo un número al azar), pero con el aumento ahora le costaba 400. Para muchos de nosotros, 200 pesos no es mucho. Pero que doblen el doble de un producto básico para tus negocios sí rompe la cartera de cualquiera. Algunos, intentaron la opción previamente escrita; otros, compraron limón sin semilla, que estaba más barato. Sin embargo, no todos lo hacían. La señora de los jugos que está al lado de mi casa, no sólo dudaba cuando le pedía que le exprimiera un limón a mi agua de sandía (“es que está muy caro, joven”, me decía), sino que se negaba a comprar el limón sin semilla. Nunca lo entendí. Si uno costaba mucho, ¿por qué no comprar el más barato? Quién sabe.

Como asiduo visitante que soy de todo tipo de taquerías, me impresionó la forma que afectó, de una u otra manera, al comercio del taco. Uno, de cómo la elevación de un producto tan básico en nuestro país puede afectar la vida de muchas personas (recuerdo ahora el alza del precio de la tortilla; pocas veces he visto al gobierno actuar tan rápidamente para solucionar un problema); dos, que al mexicano le gusta más el limón con semilla (conocido como el agrio) que el sin semilla (y no hablo de mariguana); y tres, que un taco sin unas cuantas gotitas de limón no es un taco, como tampoco lo es sin verdura o sin salsa o sin grasita o en la calle…

Y recuerden que entre el taco y la boca sólo hay un paso, la mano.


Su anfitrión

Yeicko Sunner